El molino de Moyárniz: un complejo harinero abandonado a su suerte.

Los molinos de harina fueron elementos típicos del paisaje junto a la ribera de los ríos y arroyos de nuestra provincia durante muchos siglos y factores fundamentales para la subsistencia diaria de sus habitantes que necesitaban moler el trigo para convertirlo en harina y esta, a su vez, en pan. Uno de los ríos donde mayor profusión de molinos hubo fue el río Henares, siendo la ciudad de Guadalajara y su comarca lugar privilegiado, en este sentido, ya que en ella se ubicaron varios de los molinos más importantes de la provincia. Se conoce la existencia de molinos en esta ribera desde el siglo XIII, aunque será a partir del siglo XV cuando mayor información documental generaron estos; por ejemplo, sabemos que a finales de dicho siglo varias de las familias más importantes de la ciudad, como los Mendoza, así como alguno de sus monasterios, como el de los Mercedarios de San Antolín o el de los Jerónimos (Lupiana), contaban con uno o varios molinos; incluso alguna de las familias judías avecindadas en la ciudad, como los Bienveniste, obtuvieron licencia real para edificar un molino junto al río Henares.

Es en este contexto donde debemos encuadrar el molino sobre el que nos vamos a referir a continuación, el de Moyárniz, levantado junto a la ribera del río Henares, en el término del lugar de Benalaque, pueblo anejo al de Cabanillas del Campo. Este molino fue vital, primero, para la subsistencia de unos habitantes que recurrían a él en época de crisis y carestía y, posteriormente, durante los siglo XIX y gran parte del XX, llevando a cabo una destacada actividad harinera. Sin embargo, al día de hoy presenta un grave deterioro, a punto de venirse abajo y con él cientos de años de historia

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Receta para el Papa Benedicto XIII

Con motivo de los 600 años de lo que fue un posible envenenamiento del Papa Benedicto XIII, en 1418, quiero conmemorar aquel suceso recordando el artículo que, en 2002, escribía para la revista “Parte Médico”, Boletín del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Guadalajara, nº 3, en el que hacía referencia, precisamente a una receta confeccionada por treinta eminentes médicos para sanar la delicada salud de Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor, Benedicto XIII, conocido como “Papa Luna”. Aunque la noticia me apareció en un legajo del Archivo Municipal de Guadalajara, fechado en 1555, esta se refería al momento en el que este Papa fue envenado, principios del siglo XV, en una época donde la Iglesia estaba viviendo un grave cisma, llegando a coexistir, al mismo tiempo, hasta tres Papas.

La nota, que recoge la composición que tenía esta receta, nos permite hacernos una idea sobre cómo se actuó ante lo que parecía un envenenamiento de este Papa y los remedios que se propusieron para curarlo. Sin duda, que este surtió efecto, ya que no moriría hasta unos años más tarde, en 1423, a la elevada edad de 95 años.

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23 de diciembre

23 de diciembre de 1592

Ante la presencia del rey, Felipe II, en Heras se acordó que la ciudad, usando de su costumbre antigua, se acerque a Heras a darle el parabién de venida.

Que dos regidores le lleven una carta y visiten al príncipe y se haga mañana, no teniendo noticia que S.M. parta hacia Marchamalo, porque partiendo a Marchamalo ordenará lo que convenga.

21 de diciembre

21 de diciembre de 1883

El 12 de septiembre de 1883 a petición de su presidente D. Ezequiel de la Vega, el Ayuntamiento “declara solemnemente y por unanimidad Patrona y Tutelar de esta muy noble y muy leal Ciudad a la Santísima Virgen María en su histórica y venerada imagen de la Antigua”, y “acuerda se eleve respetuoso escrito al Excmo. Sr. Arzobispo de esta Diócesis (entonces Toledo) rogándole se digne confirmar la mencionada declaración”.

Realizados los trámites necesarios y recibidos informes favorables del Cabildo de Párrocos de Guadalajara y del Vicario General de Alcalá de Henares, el 21 de diciembre de 1883 el Cardenal Juan Ignacio Moreno, Arzobispo de Toledo declaraba “Patrona de la muy noble y muy leal Ciudad de Guadalajara y Tutelar de la misma, a la Santísima Virgen María, cuya imagen, conocida con el título de la Antigua, veneran los fieles en la Iglesia parroquial de Santo Tomé de la referida ciudad, desde siglos y tiempos más remotos” .