9 de septiembre de 1588
Al estar las mazas que la ciudad tenía desde antiguo viejas y maltratadas y que eran de madera (una estaba quebrada), se acordó que se hicieran unas nuevas de hierro y doradas al uso, con sus fundas.
Ese mismo día se acordó que el sello de la ciudad, que estaba en una sortija de oro y era pequeño, que al no poder sellar ya con él por estar muy gastado, que se hiciesen dos sellos de plata para cartas.