Llega mayo, mes en el que Cabanillas del Campo se viste de gala para celebrar una de sus festividades más preciadas, la del Santo Cristo de la Expiración. Pero en esta ocasión, si me lo permiten ustedes, no voy a hablarles de esta fiesta, sino de otra que la precedió en el tiempo y que, hasta hoy, permanecía olvidada, oculta en antiguos documentos, esperando que alguien la rescatase del olvido y que la pusiera en conocimiento de todos los habitantes de Cabanillas y de aquellos que, como yo, tenemos fuertes vínculos afectivos con esta querida villa de la Campiña.
Y ese momento ha llegado hoy, cuando nos encontramos a las puertas del 1 de mayo, fecha en la que se celebraba y honraba desde los inicios de la Edad Moderna, si no antes, la festividad de dos santos apóstoles, compañeros de Jesús, durante sus tres años de predicación por las tierras de Galilea; nos estamos refiriendo a San Felipe y a Santiago, el Menor. Dos santos que, junto a San Andrés, tuvieron un especial significado en Cabanillas, como veremos más adelante; pero antes, permítanme que haga una pequeña semblanza de ambos personajes.
Felipe nació en la pequeña ciudad de Betsaida, en Galilea, hoy desaparecida. Dicen las crónicas que predicó el Evangelio por Frigia, situada en el Asia Menor y que murió martirizado en Hierápolis, antigua ciudad, también, desaparecida de Turquía. En cuanto a Santiago, el Menor, nació en Caná de Galilea; es considerado como primo de Jesús y, según algunos autores, hermano de otro apóstol, Judas Tadeo; fue el primer obispo de Jerusalén, ciudad donde desplegó una intensa actividad misionera. Murió, en torno al año 62, al ser lanzado al vacío desde lo más alto del templo; una vez en el suelo fue apedreado y, posteriormente, rematado por el mazo de un batanero.
Felipe y Santiago tienen muchas cosas en común, entre ellas, el haber sido uno de los doce apóstoles de Jesús; el que murieran martirizados el mismo día, el 1 de mayo; o que sus restos se encuentren enterrados juntos, en la Basílica de los Santos XII Apóstoles de Roma.
Como avanzábamos más arriba, hasta el día de hoy desconocíamos todo lo referente a estos santos y su vinculación con Cabanillas, pero lo cierto es que en nuestro pueblo, se celebraba esta fiesta, conocida como el “Voto de San Felipe y Santiago”, al menos desde finales del siglo XVI, fecha en la que tenemos ya datos documentales de su celebración y que hacen referencia a esta “desde tiempo inmemorial”, por lo que debemos de entender que se venía celebrando desde, al menos, principios del XVI. De hecho, esta fecha, primero de mayo, estaba marcada por la iglesia de la diócesis de Toledo, a la que pertenecía Cabanillas, como festiva, según recogen las constituciones sinodales del arzobispo Quiroga (1583).
Si bien tenemos la certeza de esta celebración, en cambio no nos ocurre lo mismo a la hora de determinar el motivo que llevó a los vecinos de Cabanillas a recurrir a estos santos. El origen de este voto pudo estar relacionado con la desaparición de una posible plaga o de una enfermedad contagiosa que estuviese afectando al pueblo, tras invocar a estos santos o, sencillamente, por la devoción que se les tenía y a los que recurrían siempre que los necesitaban (Santiago, el Menor, por ejemplo, era el patrón de los bataneros). Fuese uno u otro el motivo, lo cierto es que los vecinos de Cabanillas pedían su intercesión ante el Señor, con el fin de alcanzar su gracia, a la vez que reclamaban su ayuda para solventar sus necesidades cotidianas. Y, especialmente, estas peticiones se realizaban el día de su fiesta, cada 1 de mayo.
La celebración se dividía en dos partes; una, la propiamente religiosa, que se componía de vísperas, celebradas el día anterior, 30 de abril, con misa solemne al día siguiente, el 1 de mayo, día grande de la festividad. Y, la parte que podríamos denominar como de “festiva popular” en la que el concejo destinaba una determinada cantidad de trigo, que fluctuaba de unos años a otros, pero que solía estar entre las 6 y las 8 fanegas de trigo, que se entregaba a los panaderos para que la convirtiesen en pan cocido. Una vez cocido este pan se repartía entre todos los vecinos, en forma de “caridad”, término que ha llegado hasta nuestros días a través de otras festividades. Esta “caridad” iba acompañada de dos arrobas (unos 23 kg) de queso y dos o tres cántaros de vino. El pago de todo este gasto corría a cargo de las rentas y bienes de los propios del concejo.
Con el paso de los años aquella fiesta del “Voto de San Felipe y de Santiago, el Menor”, sin que sepamos la razón, desapareció del calendario festivo de Cabanillas del Campo, mientras que tomaba protagonismo, la del Cristo de la Expiración. Por desgracia para nosotros la pérdida de toda la documentación del archivo parroquial de Cabanillas durante la Guerra Civil (1936-1939), así como la mayor parte de la documentación del Archivo municipal, no nos permiten ser más concretos.
Tumba de los apóstoles Felipe y Santiago, el Menor, en la basílica de los XII Apóstoles, en Roma.
En la actualidad la fiesta de estos santos apóstoles según el calendario litúrgico cristiano se celebra el 3 de mayo, debido a que, en 1955, el Papa Pío XII, estableció que el 1 de marzo se celebrase la festividad de San José Obrero. Sea una casualidad o no, la fiesta del Cristo de la Expiración se celebra durante los mismos días, aunque desde mucho tiempo antes de que tuviese lugar este cambio de fechas en el santoral cristiano. Quizá tenga algún significado o quizá no. Nosotros, mientras tanto, seguiremos trabajando por encontrar respuesta.