El molino de Moyárniz: un complejo harinero abandonado a su suerte.

Los molinos de harina fueron elementos típicos del paisaje junto a la ribera de los ríos y arroyos de nuestra provincia durante muchos siglos y factores fundamentales para la subsistencia diaria de sus habitantes que necesitaban moler el trigo para convertirlo en harina y esta, a su vez, en pan. Uno de los ríos donde mayor profusión de molinos hubo fue el río Henares, siendo la ciudad de Guadalajara y su comarca lugar privilegiado, en este sentido, ya que en ella se ubicaron varios de los molinos más importantes de la provincia. Se conoce la existencia de molinos en esta ribera desde el siglo XIII, aunque será a partir del siglo XV cuando mayor información documental generaron estos; por ejemplo, sabemos que a finales de dicho siglo varias de las familias más importantes de la ciudad, como los Mendoza, así como alguno de sus monasterios, como el de los Mercedarios de San Antolín o el de los Jerónimos (Lupiana), contaban con uno o varios molinos; incluso alguna de las familias judías avecindadas en la ciudad, como los Bienveniste, obtuvieron licencia real para edificar un molino junto al río Henares.

Es en este contexto donde debemos encuadrar el molino sobre el que nos vamos a referir a continuación, el de Moyárniz, levantado junto a la ribera del río Henares, en el término del lugar de Benalaque, pueblo anejo al de Cabanillas del Campo. Este molino fue vital, primero, para la subsistencia de unos habitantes que recurrían a él en época de crisis y carestía y, posteriormente, durante los siglo XIX y gran parte del XX, llevando a cabo una destacada actividad harinera. Sin embargo, al día de hoy presenta un grave deterioro, a punto de venirse abajo y con él cientos de años de historia

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8 de octubre

Juramento y voto a la Inmaculada Concepción de María.

Realizado por la ciudad de Guadalajara, el 8 de octubre de 1617.

 

La ciudad de Guadalajara desde muy antiguo ha manifestado su amor a la Virgen de muy diferente maneras y mostrándole su devoción bajo diferentes manifestaciones y advocaciones: Virgen del Rosario, Virgen del Amparo, Virgen de los Dolores, Virgen de la Soledad, Virgen de Fátima…

 

Hoy nos vamos a centrar en un hecho puntual y de gran significado para Guadalajara, como fue la primera vez en la que la ciudad se manifestó públicamente en favor de la Inmaculada Concepción de María.

 

El hecho se celebró el día 8 de octubre de 1617, reinando en España Felipe III, y el lugar elegido fue la que es hoy concatedral de Santa María de la Fuente. Ese día, en su misa mayor, durante el ofertorio, uno de los escribanos de la ciudad, Alonso Hernández, realizó el juramento por el que Guadalajara se manifestaba a favor del misterio de la Inmaculada Concepción de la Virgen, siguiendo el ejemplo que habían seguido otras ciudades de España.

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Gigantes y cabezudos, una tradición de siglos en Guadalajara

8 de septiembre de 2107

Hoy, 8 de septiembre de 2017, tendrá lugar en la Plaza Mayor de nuestra ciudad de Guadalajara la presentación de la comparsa de Gigantes y cabezudos, tras su restauración.

Los gigantes y cabezudos han sido desde tiempos inmemoriales uno de los personajes más representativos de nuestras fiestas junto con otros elementos festivos menores como las máscaras y las tarascas. La tradición nos muestra que en un principio iban muy ligados a las danzas que tenían lugar en el transcurso de estas procesiones, hasta el punto de que en algunas de ellas se exigía su presencia, al considerarlos como elementos fundamentales de su representación. Eran los momentos en los que estos personajes eran más conocidos como enanos, dada su baja altura, que como gigantes y solían ir acompañados de tamboril, a cuyos sones bailaban y corrían.

 

Su puesta en escena a lo largo de toda la Edad Moderna, siglos XVI y XVIII, tenía lugar durante las diferentes procesiones y pasacalles que se celebraban en Guadalajara, en especial durante la procesión del Corpus Cristi, actuando en los entreactos que quedaban libres tras la celebración de los oficios religiosos que a lo largo del recorrido se celebraban. Junto a estos comparsas iban unos ayudantes con una horquilla, siendo su función la de componer y reparar aquellos desperfectos que apareciesen en sus ropas.

 

Aunque es muy posible que los gigantes y cabezudos existiesen mucho antes del siglo XVI, sin embargo las primeras noticias documentales que tenemos se remontan a 1545, fecha en la que se guardaban en las salas del Ayuntamiento tres cabezas de gigantes, una de las cuales era la de un enano, tres vestidos de lienzo y una cabeza de San Cristóbal con un niño en el hombro, el famoso San Cristobalón, denominado así por lo desmesurado y grande que era su talla.

 

Desde esta fecha y hasta principios del siglo XVII, pocas noticias nos aportan al respecto las fuentes documentales examinadas, salvo su participación en las procesiones. Fue en ya 1614 , debido a las malas condiciones en las que se encontraban los gigantes y cabezudos anteriores, cuando fue preciso volver a hacer otros nuevos; en esta ocasión fueron construidos 4 gigantes y 2 enanos, siendo el encargado de llevarlo a cabo el maestro de danza Juan Navarro, que aunque nacido en Tarancón (Cuenca), desarrolló toda su actividad profesional en Guadalajara, tanto como maestro de danzas como pintor, tallista, carpintero, etc., (un verdadero hombre polifacético de la época, máxime en tiempos de crisis, como la que atravesaba la ciudad durante esos años).

 

Los cuatro gigantes representaban cada uno de ellos a un español y a una española y a un negro y a una negra, respectivamente, siendo las figuras de los dos enanos meras representaciones de lo que querían representar: un enano y una enana, sin otra nota diferencial digna de mención. Para la ejecución de los rostros se utilizaron vaciados de pasta, y fueron cocidos en pez griega. Como pintura se utilizó el óleo y se les dio un color encarnado al pulimento.

 

La altura de los gigantes era de catorce pies, unos cuatro metros, y tenían una armadura en la que se apoyaban los trajes muy resistente y muy bien trazada. Los vestidos y los faldones eran de bocacín de colores, guarnecidos a su vez con bocacines de colores diferentes. En cuanto a la altura de los enanos ésta se hizo a proporción de los gigantes.

 

 

Pocos años después, en 1631, según el historiador Manuel Rubio Fuentes, los gigantes fueron de nuevo reconstruidos, pasando a ser ahora una comparsa compuesta por seis personajes, entre hombres y mujeres, que al igual que en el caso anterior representaban a castellanos y a negros. En esta ocasión las mujeres llevaban moños y tocados negros; en cuanto a los hombres se caracterizaban por los típicos sombreros y valonas; los rostros y carnes de unos y otros eran los naturales. Las ropas que llevaban eran las típicas de Castilla; por su parte los negros debían ir vestidos según acostumbraban a vestir en su lugar de origen. Los tejidos de estos trajes era el típico bocacín de colores, guarnecidos con plata falsa; las sayas de las mujeres tendrían una circunferencia unos ocho metros y medio.

 

En 1719, se construyeron cuatro gigantes nuevos con motivo de la celebración de las fiestas del Corpus Cristi de ese año. Fue Juan de la Peña quien, en Madrid, contrató con el madrileño Francisco Gondoño, la ejecución de estos cuatro gigantes por un valor total de 1.400 reales, cantidad resultante de multiplicar 350 reales, precio de cada uno de ellos, por cuatro, obligándose éste a adornarlos con pendientes, collares, espadas y coronas. Aunque no especifica qué personajes componían el grupo, sí nos ofrece un completo presupuesto sobre los tejidos y materiales que incorporaban en su construcción y cuyo valor se añadió al gasto de la ejecución de los gigantes. Los tejidos y materiales utilizados fueron los siguientes:

 

. 200 varas de holandillas de color azul, por 1.000 reales.

. 110 varas de Angulema para forrar los vestidos, por 495 reales.

. 36 varas de bocadillo bocadillos para los vuelos, por 180 reales.

. 48 varas de lienzo blanco para los costados de la guarnición de los vestidos, por 2490 reales.

. 50 varas de encajes blancos entrefinos para escotes y guarnición de as mangas, por 200 reales.

. 30 varas de Colonia de Toledo encarnada para lazos en los vuelos y escotes , por 30 reales.

. 410 varas de lienzo y de holandillas para la guarnición de los vestidos, por 289 reales y un cuartillo.

. 15 varas de listón para los pendientes y collares, por 9 reales y 3 cuartillos.

. Por la confección de los cuatro vestidos guarnecidos, 360 reales.

 

A este presupuesto hubo que añadir otras cantidades menores, derivadas de los gastos originados por el transporte que supuso traerlos desde Madrid hasta Guadalajara, por los refrescos que se les dieron a los oficiales que vinieron a terminarlos, por los cajones en los que se trajeron metidos, para pagar a los transportistas, etc. Todo ello acarreó unos gastos añadidos de 110 reales, que unidos a los 60 reales que se pagaron al sastre que vino de Madrid a vestirlos, elevó la cantidad final pagada por el Ayuntamiento alcarreño a los 4.404 reales.

 

Por último, en este breve repaso histórico de estos singulares personajes quiero terminar con un último apunte. Se trata de la reparación que en 1732 llevó a cabo el pintor José Navarro, quien se ocupó de retocarlos y de encarnarlos de nuevo, porque presentaban signos evidentes de deterioro.

 

Como se puede apreciar los gigantes y cabezudos, como elementos procesionales y festivos, cuentan en Guadalajara con una amplia tradición de varios siglos de historia, no exentos de problemas, pero a los que han sabido sobreponerse, para seguir hoy en día con sus portes altivos y erguidos alegrando la vista de grandes y pequeños.

Ángel Mejía Asensio

 

La ermita de San Sebastián (II).

De la primitiva ermita de San Sebastián apenas si tenemos datos sobre sus características arquitectónicas. Sí en cambio conocemos cómo era esta tras la reforma realizada en ella, en 1884, por el arquitecto, Isaac Rodríguez Avial.

El interior de la ermita, como podemos apreciar en el plano adjunto, presentaba una planta rectangular de tres naves, separadas por dos filas de cinco pilastras; la puerta de entrada al templo daba a la actual calle de San Sebastián. Tanto en las naves del evangelio como de la epístola nos encontramos con diversos altares, cuya advocación desconocemos; en cuanto a la nave central, y en el presbiterio, había un altar y un retablo del que sabemos que tenía columnas de mármol y, en su centro, un cuadro (posiblemente de San Sebastián).

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San Sebastián: advocación y cofradía en Guadalajara (I).

El día 20 de enero se celebra la festividad de uno de los primeros santos cristianos, San Sebastián, muerto a finales del siglo III y que tuvo en nuestra ciudad de Guadalajara y provincia una gran devoción popular durante la Edad Media y Edad Moderna.

La relación de este santo con la ciudad de Guadalajara es muy poco conocida. Sabemos, por ejemplo, que era uno de los santos cuya festividad era más celebrada en la ciudad, ya en el siglo XVI; a él se encomendaban pidiendo su intercesión, por ejemplo, sus habitantes en momentos en los que la peste o cualquier otra enfermedad contagiosa ponía en grave peligro la vida de sus vecinos; no en balde era uno de los santos, junto a San Roque, a cuya intercesión acudían los hombres y mujeres, desde la Edad Media, cada vez que llegaba hasta sus ciudades o aldeas, una de estas pestilencias tan atroces con las que ese tiempo estuvo marcado.

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El alférez mayor.

Hace unos días hablábamos de las banderas de la ciudad de Guadalajara y de sus posibles colores. Hoy nos vamos a acercar a una figura que se encontraba íntimamente ligada a estas, ya que era su portador en los principales actos y conmemoraciones en las que participaba la ciudad, me estoy refiriendo al alférez.

En la Edad Media el abanderado era el que guiaba a las huestes en combate y la persona que la portaba era un alto representante del rey, que solía ser diestra y hábil; todos seguían y se fijaban en la enseña y por ella luchaban hasta que vencían o eran vencidos.

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200 años fundación Maristas

Este año, 2017, se celebran los doscientos años de la fundación de la primera comunidad Marista en Francia, hecho que tuvo lugar el 2 de enero de 1817. Por tal motivo, quiero dedicar estas breves líneas a manera de homenaje a esta congregación por su gran labor realizada a lo largo de estos dos siglos y que en nuestra ciudad la vienen llevando a cabo desde 1961.

Sus inicios se encuentran muy estrechamente ligados a la Revolución Francesa; esta trajo consigo importantes cambios políticos, sociales y económicos que supusieron el final del Antiguo Régimen y el inicio de la Edad Contemporánea; en ella se recogieron las principales ideas emanadas de los pensadores y filósofos de la Ilustración y se iniciaron los primeros pasos en pos de que todos alcanzáramos nuestros derechos y deberes. Pero, también, significó un importante cambio desde el punto de vista religioso, ya que los efectos revolucionarios provocaron importantes transformaciones en aquella sociedad del siglo XVIII, como el relacionado con la prohibición de todo lo concerniente a la religión y moral cristiana; hasta el punto que la razón y la república se convirtieron en los únicos símbolos religiosos aceptados por el Estado francés y, por ende, las medidas emanadas fueron encaminadas, principalmente, a desmantelar la Iglesia francesa. Los acontecimientos que tuvieron lugar en Francia en esos momentos, en relación, a la Iglesia católica, los podemos sintetizar en los siguientes:

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Antiguas banderas y pendones de la ciudad de Guadalajara.

Pocos símbolos tienen tanta visibilidad y con los que de una manera más fehaciente se identifiquen las gentes que viven en un pueblo, ciudad o nación como las banderas. En esta ocasión nos vamos a acercar a las antiguas enseñas de Guadalajara, aquellas que representaron a la ciudad durante la Edad Moderna y de las que apenas si tenemos constancia de ellas. La historiografía poco nos aclara en este aspecto, aunque ya nos introducía en ellas, Javier Barbadillo Alonso, cuando con motivo de la celebración en Guadalajara del XII Congreso Nacional de vexilología, presentaba una comunicación en la que hacía referencia a cómo pudo ser la primitiva bandera. Aquella primera aproximación nos da ahora la oportunidad de seguir avanzando en esta dirección, a la luz de los nuevos documentos que nos han ido apareciendo y que nos permite dar un paso más hacia el conocimiento no sólo de la primitiva bandera concejil, sino de aquellas otras que la acompañaban en las principales conmemoraciones de la ciudad, como eran el pendón real y el pendón municipal, emblemas que recibía el alférez al acceder a este oficio (…) y tengáis en buestro poder los atambores y banderas y pendones y otras ynsignias (…) y llebar y rregir la dicha gente y llevar con ella el pendón y bandera….”. Información que se completa con este otro documento de 1586 cuando Apóstol de Castilla presentó su título de alférez mayor y ese día recibió: «las cossas anexas a su oficio que es una bandera de tafetán de colores e un pendón de tafetán de colorado con las armas reales de la ciudad e otro pendón de tafetán açul viejo e las llaves del archivo e fuentes de la çiudad«; documentos ambos lo suficientemente significativos e ilustrativos para conocer cuántas y cómo eran las enseñas de nuestra ciudad.

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La ermita de San Roque

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Desde hace unos días se encuentra en obras la ermita de San Roque, situada en el parque del mismo nombre. Aprovechando esta circunstancia y recordando que hace unos años, con motivo del libro que escribí sobre la iglesia de Santa María de la Fuente , hice una breve descripción de esta, quiero hacer partícipes de aquel texto a todos aquellos que quieran conocer un poco sobre esta ermita.

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La enseñanza de la gramática en Guadalajara en la época de Cervantes

Esta semana la revista gallega de enseñanza, Eduga ha tenido a bien publicar mi artículo sobre la enseñanza de la gramática en nuestra querida provincia de Guadalajara en tiempos de Cervantes. Se trata de una pequeña contribución a la celebración de la muerte de tan insigne escritor español, don Miguel de Cervantes Saavedra.

Para aquellos que quieran leer este artículo, en gallego, os remito a la revista Eduga, a su apartado de Investigación

O ensino da gramática en Guadalaxara na época de Cervantes