El Santo Cristo de la Expiración. Origen de esta festividad.

 

Cabanillas del Campo se prepara para celebrar una de sus fiestas más importantes dentro del calendario festivo de la villa: el Santo Cristo de la Expiración. Son días de regocijo y de celebraciones compartidas con familiares y amigos. Días de diversión y de alegría desbordante. Días en los que recordamos a nuestros mayores y que ya no están entre nosotros. Días, en definitiva, en los que grandes y pequeños olvidamos por unos momentos las preocupaciones cotidianas para festejar al Santo Cristo. Permitidme que aproveche esta ocasión para adentrarnos un poco en la historia y recordar brevemente cómo nació esta fiesta.

La festividad del Santo Cristo de la Expiración se remonta a principios del siglo XVIII, aunque su imagen era venerada en la villa desde, al menos, el siglo XVI, fecha en la que tenemos constancia de la existencia de una capilla situada en la cabecera de la nave del evangelio, y de una imagen dedicada a este Santo Cristo, en cuyo altar se celebraba una misa en honor del Dulcísimo Nombre de Jesús, cuya cofradía sufragaba el aceite con la que se iluminaba esta capilla.

Por aquellos años, era muy grande la devoción que los vecinos tenían por esta imagen, a la que consideraban como muy milagrosa y a la que sacaban en procesión cada vez que necesitaban conseguir sus favores para que hubiese lluvia o para que cesasen las enfermedades y epidemias que asolaban tanto a las personas como a los campos.

Pese a la gran devoción que se tenía por el Santo Cristo de la Expiración, la villa no contaba con una fiesta específica y menos que fuera considerada como la fiesta principal de Cabanillas. Hubo que esperar a que terminase la guerra de Sucesión, tras la firma del Tratado de Utrech, en 1713, y seguramente, tras su invocación para que llegasen las tan deseadas lluvias y para que se superase la plaga de langosta que esquilmó los campos, en 1710, para que sus vecinos comenzasen a plantearse la necesidad de señalar un día en el que celebrar su fiesta con la solemnidad que merecía un Cristo que tanto bien hacía por los hijos de esta villa.

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El molino de Moyárniz: un complejo harinero abandonado a su suerte.

Los molinos de harina fueron elementos típicos del paisaje junto a la ribera de los ríos y arroyos de nuestra provincia durante muchos siglos y factores fundamentales para la subsistencia diaria de sus habitantes que necesitaban moler el trigo para convertirlo en harina y esta, a su vez, en pan. Uno de los ríos donde mayor profusión de molinos hubo fue el río Henares, siendo la ciudad de Guadalajara y su comarca lugar privilegiado, en este sentido, ya que en ella se ubicaron varios de los molinos más importantes de la provincia. Se conoce la existencia de molinos en esta ribera desde el siglo XIII, aunque será a partir del siglo XV cuando mayor información documental generaron estos; por ejemplo, sabemos que a finales de dicho siglo varias de las familias más importantes de la ciudad, como los Mendoza, así como alguno de sus monasterios, como el de los Mercedarios de San Antolín o el de los Jerónimos (Lupiana), contaban con uno o varios molinos; incluso alguna de las familias judías avecindadas en la ciudad, como los Bienveniste, obtuvieron licencia real para edificar un molino junto al río Henares.

Es en este contexto donde debemos encuadrar el molino sobre el que nos vamos a referir a continuación, el de Moyárniz, levantado junto a la ribera del río Henares, en el término del lugar de Benalaque, pueblo anejo al de Cabanillas del Campo. Este molino fue vital, primero, para la subsistencia de unos habitantes que recurrían a él en época de crisis y carestía y, posteriormente, durante los siglo XIX y gran parte del XX, llevando a cabo una destacada actividad harinera. Sin embargo, al día de hoy presenta un grave deterioro, a punto de venirse abajo y con él cientos de años de historia

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8 de octubre

Juramento y voto a la Inmaculada Concepción de María.

Realizado por la ciudad de Guadalajara, el 8 de octubre de 1617.

 

La ciudad de Guadalajara desde muy antiguo ha manifestado su amor a la Virgen de muy diferente maneras y mostrándole su devoción bajo diferentes manifestaciones y advocaciones: Virgen del Rosario, Virgen del Amparo, Virgen de los Dolores, Virgen de la Soledad, Virgen de Fátima…

 

Hoy nos vamos a centrar en un hecho puntual y de gran significado para Guadalajara, como fue la primera vez en la que la ciudad se manifestó públicamente en favor de la Inmaculada Concepción de María.

 

El hecho se celebró el día 8 de octubre de 1617, reinando en España Felipe III, y el lugar elegido fue la que es hoy concatedral de Santa María de la Fuente. Ese día, en su misa mayor, durante el ofertorio, uno de los escribanos de la ciudad, Alonso Hernández, realizó el juramento por el que Guadalajara se manifestaba a favor del misterio de la Inmaculada Concepción de la Virgen, siguiendo el ejemplo que habían seguido otras ciudades de España.

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2 de agosto

2 de agosto de 1599

Solicitud al rey para tomar prestados del pósito 500 ds para comprar trigo y carne para los enfermos de peste.

2 de agosto de 1604
Es recibido como alférez mayor el conde de Saldaña, Diego Hurtado de Mendoza, por renuncia de don Luis de Castilla.

2 de agosto 1783

El corregidor convocó al concejo para tratar sobre el estado de las casas colegio que fue de los jesuitas, para celebrar junta de propios…

 

3 de julio

3 de julio de 1553

El concejo de Irueste dijo que ya no quería ser villa y que se ha pedido que Andrés Martínez, que tenía el dinero para la compra, lo devuelva y que el letrado de la ciudad con rapidez haga la revocación.

3 de julio de 1559

Provisión Real informando de la peste en el reino de Valencia y Murcia.
El 3 de julio se leyó una Provisión Real en la que se les informaba de la peste que había en el reino de Valencia y Murcia, para que se tomen medidas para la guarda de la ciudad y su tierra.

3 de julio de 1592

Se notificó a la ciudad una provisión real sobre la reducción de los hospitales.

2 de julio

2 de julio de 1590

Se votó para la elección de alcalde de la Hermandad. Por el estado noble se votó a don Felipe Arias de Mansilla. Asimismo la ciudad eligió por el estado de los pecheros a Domingo de Morales. Sin embargo, los cuatro se quejaron y se opusieron, ya que la elección le correspondía al común. Eligieron a Hernán Gutiérrez, siendo aprobado por el corregidor.

9 de mayo

9 de mayo de 1578

Hernando de Trillo y ldo. Coronel, trajeron al ayuntamiento un memorial de la limosna que tienen para las camas de los niños y niñas de la doctrina. Se acordó, en vista de que el dinero que tenían de la limosna no era suficiente para comprar las ropas para las camas y ante la extrema necesidad que tenían, que se pusiese dinero de los bienes comunes, atento al beneficio y hospitalidad que hacen a los niños de la tierra y porque la ciudad era patrona y administradora de la casa de éstos.

9 de mayo de 1593

Ante la falta de agua se sacaron las imágenes de Nuestra Señora de la Misericordia, a San Andrés por 9 días y la imagen de Nuestra Señora de la Quinta Angustia y Veracruz a San Gil.

 

528 aniversario de la fundación de la Universidad de Sigüenza

El 30 de abril de 1489 tenía lugar un hecho de gran trascendencia para la vida cultural y educativa de Sigüenza, el Papa Inocencio VIII expedía la Bula “In litterarum scientia eruditi”, por la que concedía al Colegio de San Antonio de Portaceli de Sigüenza la facultad de conferir los grados académicos de Bachiller, Maestro, Licenciado y Doctorado a los alumnos de Teología, Artes y Cánones. De esta manera el Colegio pasó a convertirse en Universidad. Unos años después a las facultades mencionadas se unieron las de Medicina y Leyes.

El Colegio fue una fundación del seguntino, Juan López de Medina, arcediano de Almazán y canónigo de Toledo, una vez que el Gran Cardenal, Pedro González de Mendoza, Obispo de Sigüenza, firmaba el 1 de diciembre de 1477, en Sevilla, el decreto por el que se erigía el Colegio de San Antonio de Portaceli, reconociendo el patronazgo de Juan López de Medina.

Un año después de su muerte, acaecida en 1488, tanto el rector como los colegiales del Colegio se dirigieron al Papa Inocencia VIII, para que le diese a este la categoría de Universidad, lo que finalmente obtuvieron, tras la concesión por parte del Papa de la citada bula.

Por citar sólo unos pocos ejemplos de los ilustres personajes que vistieron la beca de colegial en sus aulas destacaremos las figuras del teólogo, Pedro Guerrero (arzobispo de Granada), que participó en el Concilio de Trento; Bartolomé Torres Naharro (poeta y dramaturgo) o Fernando Belosillo, además de otros cincuenta Obispos y gran cantidad de juristas, médicos, escritores, etc.

Aquella Universidad, centro de reclamo educativo y cultural para los estudiantes del centro de España, fue suprimida oficialmente en 1837.

 

Bibliografía:

SANZ SERRULLA, Javier. Las facultades de cánones y leyes de la Universidad de Sigüenza, Madrid, 2005.

¿Qué Guadalajara queremos? De nosotros depende.

La ciudad de Guadalajara se encuentra estos días cabizbaja y atormentada. Sobre su espina dorsal ha actuado de nuevo de manera demoledora e inexorable la piqueta, o mejor dicho, las potentes máquinas excavadoras, que le han dejado abierta dos profundas y nuevas cicatrices. En un “santiamén” ha visto cómo dos nuevos edificios situados en el denominado como “casco histórico”, uno de ellos en un espacio tan emblemático como la calle Bardales, se convertían, primero, en escombros y después en dos nuevos solares, ya tan abundantes (¿más de cien?) y que van poblando lo que fue el centro de una antigua ciudad medieval y moderna, con cierto encanto decimonónico y a la que solo vamos a conocer, a este paso, recurriendo a referencias documentales.

En este sentido, hay que reconocer que recientemente hemos asistido a unos amplios debates en los que han intervenido importantes grupos de la sociedad guadalajareña: las administraciones públicas, los partidos políticos, diferentes colegios y asociaciones profesionales, algunos historiadores y arqueólogos, periodistas y, en general, todos aquellos ciudadanos interesados por esta problemática. En ellos se analizaron aspectos tan interesantes como la situación actual de nuestro casco histórico, de cómo procedía actuar en él, de propuestas para futuras intervenciones… Todo ello muy plausible y digno de tenerse en cuenta y de apoyarse.

Pero hora es ya de que nos dejemos de discusiones inútiles, de diatribas inanes, de hablar sobre si son galgos o podencos y de que se actúe de manera rápida e inmediata sobre esta situación, porque al final lo que de verdad está sucediendo es que sus edificios, uno tras otro, van desapareciendo de la geografía urbana de Guadalajara, sin que sean sustituidos por otros nuevos, convirtiendo lo que en un tiempo, ya muy lejano, estuvo repleto de edificios monumentales: iglesias, monasterios, palacios…, pero también de un caserío que le daba uniformidad, como se aprecia en el dibujo de Anton van den Wyngaerde (1565), en un inmenso espacio de soleados vacíos cubiertos de hierba.

Y en un año en el que se propone que esta ciudad sea elegida como “Ciudad europea del Deporte 2018”, a lo que me sumo con agrado y doy desde aquí mi voto (por si sirve de algo) y en el que, por otra parte, se pretende que Guadalajara se convierta en una ciudad universitaria, me pregunto: ¿Qué imagen se llevan las personas que nos visitan y recorren sus calles, sus plazas, sus rincones algunos de ellos repletos de solares de paredes amarillentas cuando acuden a un evento deportivo o, simplemente, como turistas? ¿Se está haciendo lo necesario para revertir esta situación? ¿Tan difícil es ponerse de acuerdo en algo que a todos nos interesa?

Me temo que todo lo hablado en cada uno de los foros abiertos sobre esta problemática haya quedado reducido a mera palabrería, eso sí, llena de buenas intenciones, pero de poco más. Todos nos miramos el ombligo y nos parece que el nuestro es el más bonito, en cambio, el de enfrente nos parece feo y desagradable. Sin embargo, a todos nos ha unido y nos une el mismo cordón umbilical; por él nos ha llegado esa savia vital con la que nos hemos arraigado a esta hermosa ciudad; pero me parece que una vez cortado este ha provocado, en cada uno de nosotros, reacciones muy diferentes, incluso contrapuestas, aunque todos aparentemente persigamos lo mismo.

Mis queridos amigos, quizá hoy me haya levantado más crítico que de costumbre o quizá más apenado por lo que estoy viendo que ocurre en mi ciudad, en nuestra ciudad, y que parece no tener retorno. No obstante, soy de espíritu optimista y creo que de nosotros depende el que se revierta esta situación; de nuestro espíritu crítico, pero a la vez colaborativo y participativo puede surgir una opinión mayoritaria que obligue a nuestros responsables políticos, a nuestras administraciones a que reaccionen, a que se unan en un mismo objetivo, a que dejen las palabras a un lado y que pasen ya a los hechos. Es hora de que todos rememos en la misma dirección, si no queremos que nuestros hijos, y no digo ya nuestros nietos, se encuentren con una Guadalajara de grandes y modernos barrios periféricos, pero con un centro, con un “casco histórico” irreconocible, si no totalmente desaparecido.

Hagamos de Guadalajara una ciudad acogedora, amable para el visitante; que cuando se marche se lleve un recuerdo de nuestra ciudad que le obligue a volver de nuevo, que difunda sus valores, sus monumentos, sus calles, sus plazas y rincones ahora medio vacíos, que anime a los demás a que nos visiten, no sólo para participar o acompañar a los eventos deportivos, sino para quedarse aquí a disfrutar de su gastronomía, de su cultura, de sus gentes.

Con mis mejores deseos.

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