3 de agosto de 1500
Los Reyes Católicos, desde Granada, se dirigen al nuevo duque, Diego Hurtado de Mendoza, al que le llaman como primo, para darle el pésame por la muerte del II duque del Infantado, Íñigo López de Mendoza, y para decirle que siga en posesión de «las tenencias y mercedes y oficios y títulos» que tuvo su padre.